La teoría del desarrollo cognitivo se la debemos a Jean Piaget (1896-1980). Tras años de investigación empírica, el psicólogo suizo formuló un modelo explicativo sobre el aprendizaje basado en el concepto de la “acción”, de la experiencia. En otras palabras: en cómo el niño va sumando y reestructurando conocimientos y destrezas gracias a la interacción activa con el mundo que le rodea. A través de esta interacción, Piaget explicaba que las estructuras cognitivas se van complejizando hasta que el niño da significado (o sentido) a la realidad y construyendo su propio conocimiento.
Periodo sensoriomotor (de 0 a 2 años)
En esta etapa, el niño interacciona con el medio a través de los reflejos innatos que va modificando y perfeccionando por ensayo y error. Según detecta que sus acciones modifican el entorno, se despierta en él una clara intención exploradora
Periodo preoperatorio (de 2 a 7 años)
Es en esta etapa cuando el pequeño desarrolla la capacidad de representación. El niño crea imágenes mentales de la realidad, imita las acciones de los adultos y sus iguales, muestra claros signos de juego simbólico y sus competencias lingüísticas mejoran notablemente.
Periodo de las operaciones concretas (de 8 a 12 años)
Lo más característico de esta fase del desarrollo es que el niño utiliza la lógica para hacer sus inferencias sobre los sucesos y realidades. Esto se debe a que sus conocimientos anteriores se han organizado en estructuras más complejas, unificadas.
Periodo de las operaciones formales (de 12 a 16 años)
Es en la adolescencia cuando el niño desarrolla una operación compleja: el razonamiento hipotético deductivo. Esto significa que el adolescente, ante un problema, analiza todas las premisas y valora diferentes hipótesis sobre su causalidad o efecto. En el anterior estadio de desarrollo el niño hacía inferencias sobre la experiencia real. Ahora, los problemas pueden presentarse de manera figurada, sin necesidad de que el adolescente tenga ninguna experiencia sobre el hecho. En esta etapa también es característica la metacognición: la capacidad de poder reflexionar sobre nuestro propio razonamiento.
El modelo piagetiano sobre el desarrollo cognoscitivo tuvo (y tiene) una notable repercusión en los procesos de enseñanza y aprendizaje en el contexto escolar. Conocer en qué fase de desarrollo se encuentra el niño, su ritmo madurativo y potenciar sus talentos para compensar sus dificultades son factores clave para el trabajo del educador en el aula ordinaria y, sobre todo, con alumnos de Educación Especial.
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